martes, 21 de julio de 2015

PARIS ASOMBROSO


Enero del 2011

París… la mística ciudad de los enamorados.
Comienzo este viaje tan ansiado con las expectativas propias de una fotógrafa amateurs inquieta y soñadora.
La ciudad es realmente maravillosa, como se ve en las postales. Tiene el encanto de cientos de años de historia y la modernidad de una cultura progresista.
Desde la ventana del hotel donde me hospedo puedo ver la torre Eiffel, insignia de la ciudad y del país. Me encuentro bastante cerca de ella, tan solo cruzar la Rue Jarry.
Saco mi cámara de fotos y con mi teleobjetivo recorro la estructura metálica que resplandece bajo los pocos rayos de sol que se filtran en este día nublado de invierno.
Al pie de la torre veo a una pareja de enamorados. Se abrazan. Y pienso que definitivamente esta es una ciudad para enamorarse. No en vano muchas películas se han rodado en este suelo y fue y seguirá siendo inspiración para muchos artistas.
Algo que veo a través de mi lente me hace volver a la realidad. Es la mujer, que con expresión triste y acongojada mira al hombre que se separa de ella. Él la mira pero no le da explicaciones.
Consigo varias tomas del momento. Pero el hombre le suelta las manos y la deja sentada en ese lugar de ensueños, que en vez de brillar por las emociones, se llena de una bruma espesa y gris.
Corro por las escaleras de mi hotel para acercarme a la pareja, movida por una intriga desesperada. No puede pasar esto en París!! si es un lugar idílico para el encuentro amoroso.
Cuando llego a la torre, la mujer parece petrificada, su rostro inexpresivo no invita a la charla. Él se aleja a paso cansino y con una actitud totalmente opresiva.
Lo sigo insistente por las callejas adoquinadas de la gran ciudad hasta llegar a una casa de retiro muy pintoresca. Atraviesa el jardín delantero donde se encuentran varios ancianos con sus familias, ya que  parece ser un horario de recibo de visitas. El extraño caballero ingresa al hall central perdiéndose de mi vista. Al llegar allí me recibe una recepcionista  a la que le describo al hombre que estoy buscando. Gentilmente y con expresión desconcertada me contesta.
-Madame  aquí no se hospeda ninguna persona con esa descripción.
- pero lo acabo de ver ingresar a este lugar- en ese momento recuerdo la cámara que llevo colgada y le muestro  las fotografías que había tomado.
- ah si!! Es Monsieur Auguste Gausteau  .Ésta  fotografía se encuentra en su mesa de noche. Es de su luna de miel. Como usted sabrá le seigneur es un poeta muy reconocido que le ha escrito toda su vida  al amor eterno. Seguramente  la fotografía debe estar en la web y es bastante antigua, creo que de 1950.
- pero….no comprendo, si la tome hace unos minutos desde la ventana de mi hotel.
-madame, eso es imposible, Monsieur Gausteau tiene 85 años y se encuentra en estado terminal en la habitación 314. Su señora esposa murió hace ya muchos años. Si es familiar podría pasar a verlo.
- no, no gracias. Estoy un poco confundida. Me despedí de la recepcionista con la necesidad de salir a la calle y tomar una bocanada de aire que hiciera reconectar  mis neuronas que habían quedado totalmente descontroladas. Caminé sobre mis pasos hasta llegar a la Torre y por supuesto, la mujer gris ya no estaba allí.
Mi pensamiento voló hasta la vieja casona de retiro, sobre las palabras de la recepcionista” le seigneur dedico su vida a escribirle al amor eterno”. Sera que Gausteau se estaba despidiendo?

Días más tarde las noticias me informarían sobre la muerte del famoso escritor francés.
                                                                                                                                              LG

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